Es alentador comprobar que, a la
vuelta de unas cortas vacaciones, la vida municipal sigue su curso. Lo que
significa que quienes rigen los destinos de nuestro pueblo siguen trabajando
por el bienestar de los vecinos.
Nadie podrá decir, con un mínimo
de razón, que no hay innovación en San Mateo. Y quien mejor da ejemplo sobre
ello, como no podría ser de otro modo, es el caudillo de nuestro pueblo.
El dialogante caudillo estrenó
recientemente una nueva modalidad de
pleno del Ayuntamiento: el pleno Express.
Los concejales de la oposición
asistieron a esta nueva clase de plenos consistoriales y pudieron dar fe de que
el acto en cuestión duró apenas 60 segundos. Hay quien ha pretendido disculpar
esta actuación – me refiero a lo que otras veces ya ha sucedido; que se propone
votar a los concejales sobre puntos de los cuales no disponen de información
completa – en la mayoría absoluta del partido del caudillo. Tal cosa no puede
ser excusa para negar a los concejales de la oposición la posibilidad de
expresarse, ya sea en desacuerdo o no, sobre los asuntos a votar.
Concretamente, en este brevísimo pleno
celebrado hace un par de semanas, la oposición se queja de que el caudillo
enumeró los puntos a votar, en algunos de los cuales figuraba más información
de la que se les había suministrado en la comisión anterior a dicho pleno. De
ser esto cierto, estaríamos ante unos hechos gravísimos que deberían ser
aclarados cuanto antes.
Tras el pleno, que acabó en
discusión, el caudillo, fiel a su entendimiento habitual de las normas
elementales de educación y principios democráticos, pretendió echar del
ayuntamiento a uno de los concejales del Partido Popular con la excusa de que
éste entorpecía el trabajo del personal administrativo del ayuntamiento. Esta
otra práctica, la de evitar que el personal de nuestro Ayuntamiento hable con los concejales de la
oposición, no es nueva. Hace ya mucho tiempo que, tanto el secretario, como el
propio caudillo, han ordenado reiteradamente a ciertos administrativos, tanto
los contratados por oposición como los elegidos a dedo, que no comuniquen dato
alguno que no haya pasado por el filtro correspondiente, es decir, el mismo
caudillo y el secretario.
Particularmente, supongo que no
se referirán a estas habituales prácticas quienes defienden ese supuesto
carácter dialogante del Caudillo de Gállego. Me parece lamentable que, mientras
algunas personas se empeñan en defender la indefendible imagen publica del
Señor Excelentísimo Alcalde, como gusta exigir en hacerse llamar
reiteradamente, él mismo disipe con su escasa educación tal etiqueta de
“dialogante”.
La imagen adjunta es una reseña
del Heraldo de Aragón, publicada el mismo día del último pleno, unas horas
antes de la celebración del mismo.
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